Monday, October 16, 2006

El primer campeón sudamericano chileno

Por Andrés Figueroa Gómez
desde Santiago de Chile


El siguiente trabajo tiene por objeto traer de vuelta desde el olvido al primer púgil chileno consagrado como campeón sudamericano de boxeo. Me he basado en las crónicas de revista Estadio y fundamentalmente en la obra de don Renato González “La Historia del Boxeo en Chile”. Agradezco a don Hernán Rojas, dirigente de federación Chilena de Boxeo, el apoyo prestado en todo momento para recopilar información respecto a la apasionante historia del boxeo en Chile. Advierto de antemano que se trata de un pequeño esbozo de su biografía, restando el importante trabajo de rescatar el record y los detalles de sus peleas.

Manuel Sánchez

Manuel Sánchez es considerado el primer chileno campeón sudamericano de boxeo. En 1914 ganó en Montevideo el titulo de los pesos livianos.

En los comienzos de la década de 1910 apareció en los primitivos cuadriláteros de las orillas del Mapocho un muchacho que llegó a ser uno de los ídolos más queridos del pugilismo chileno. Manuel Sánchez, del cual hablamos, debutó en un recinto llamado Luna Park, que quedaba en la orilla norte del río Mapocho. Sánchez recordaría posteriormente su debut en el Luna Park: ‘Gané cinco pesos —decía— y me robaron las zapatillas”. Don Renato González (Mr. Huifa), considerado uno de los grandes maestros del periodismo chileno, lo describe de la siguiente manera: “Era Sánchez un peleador intuitivo, con una técnica totalmente personal, pero ricamente dotado para el oficio. Movedizo, de gran agilidad, de reflejos instantáneos, valiente e incansable, típico boxeador chileno”. Agrega que “…de haber aprendido algo más de la ciencia pugilística pudo haber sido un valor de altísimo nivel, quizá mundial”. Sánchez fue conquistando popularidad y llenaba siempre los locales en que se pre¬sentaba. Peleaba en carpas de circo, en el Teatro Circo Independencia, en donde fuera y todos iban a verlo ganar. Se sostiene por los cronistas que, pugilisticamente hablando, su mejor arma eran las “tupidas”, en las que aprovechaba su enorme velocidad de brazos, con rápidos desplazamientos y ataques furibundos. Fue con ellas que llegó a conseguir rápidamente el título de campeón de Chile de peso pluma, que había quedado vacante.

Señala Mr. Huifa, en su libro “Historia del Boxeo en Chile” que en el año 1913 optó a la corona subcontinental de peso pluma pero debió abandonar sus pretensiones por haberse excedido de peso. Siguiendo su relato añade que “…al año siguiente, en Montevideo, se ganó la corona sudamericana de peso liviano al derrotar a Armando Usher, al que se le consideraba campeón por haber derrotado a Joe Daly en Santiago”. Añade a continuación, “…Pero no está bien en claro si el título se le otorgó al vencer a Usher o al noquear a Willie Williams, que era otro de los aspirantes”. Lo que está claro es que en el año 1914 el boxeo chileno contaba con un título sudamericano y fue Manuel Sánchez el primer campeón.
Después de ganar el cinturón de Sudamérica, Sánchez, en compañía de Heriberto Rojas, quiso incursionar en los rings europeos y se dirigió a París, donde proyectaba realizar varios encuentros. Pero todo se esfumó, porque ese mismo año comenzó la Primera Guerra Mundial y el campeón sólo pudo ofrecer una exhibición antes de regresar al país.

El año 2000, el diario El Mercurio de Santiago hizo una selección de los hitos del deporte chileno en el siglo XX, y entre ellos figura una reseña del combate en que Sánchez venció por puntos en quince rounds a Williams en Montevideo en junio de 1917. Señala el diario en su edición del 6 de junio 1917 algunos detalles del match, que pueden interesar a los aficionados a la historia del boxeo sudamericano:

La crónica en su parte medular expresa lo siguiente: “Manuel Sánchez confirmó con el asalto realizado el sábado pasado en el Teatro Casino de Montevideo, con el campeón australiano Willie Willams, ser el boxeador más ligero, más ágil y elegante que haya visitado a nuestros vecinos del Plata, sin perjuicio de reconocerle una gran resistencia y una corrección pocas veces observadas en los profesionales. El match del sábado fue sumamente movido e interesante y en él Sánchez llevó la mejor parte. Doce rounds (de quince) fueron a su favor y este haber de puntos conseguidos -- no sólo por la continua acometividad del campeón chileno, sino también por la persistencia en sus golpes precisos-, ha dado a Sánchez una victoria decisiva y meritoria, pues Williams, en su peso, era el mejor boxeador. A las once de la noche se iniciaron los preparativos. El escenario del Casino estaba Iluminado con potentes focos de luz colocados para impresionar una película del match, pedida por el señor Benjamín Tallman. El señor anunciador, oficial Vasena, hizo las correspondientes presentaciones Manuel Sánchez, 60 kilos, W. Williams 61 kilos. El ingeniero señor Mac Dawling fue el referee del match.”

Si los datos recogidos hasta el momento son correctos, significa que hubo dos combates entre ellos uno en 1914 en el cual Sánchez venció por K.O. y otro en 1917 en que triunfó por puntos.
Posteriormente peleó Sánchez con todos los livianos y welters nacionales, además de algunos extranjeros que, como Kid Moró, llegaron al país. Se mantuvo como campeón sudamericano durante ocho años y solo en 1922 perdió el cinturón al ser derrotado por Luis Vicentini por abandono en el 7º round. Pero el aguerrido campeón estaba ya en las postrimerías de su campaña. En sus últimos años de campaña sostuvo encuentros en los cuales cayó derrotado frente a Juan Beiza y al welter iquiqueño Santiago Mosca. Con eso se cerró la historia de este púgil lleno de picardía, de vivacidad y bravura. Señalan las crónicas que una vez retirado del boxeo activo, cada vez que subía a un ring a dirigir a algún modesto pupilo, la ovación del público se hacía interminable. Fue un campeón querido, un boxeador que vivió en el corazón del pueblo. Falleció hacia fines de 1927.

Se le recuerda como el primer chileno campeón sudamericano de boxeo.

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Monday, October 09, 2006

Mauro Mina, "The Chincha Express"

Late in the afternoon of November 18th, 1950 Lima Peru’s daily “La Crónica” informed its readers that a legion of young amateur fighters from the small southern town of Chincha had arrived in the capital city. They were scheduled to be part of an all-amateur card, which was to take place that night at the boxing ring located in the grounds of the old National Stadium. The news also mentioned that among them was a sensational 17-year-old middleweight who had reportedly been victorious and undefeated in “some thirty amateur fights”. The grandchild of Afro-Peruvian slaves, a decade later he would be ranked by Ring Magazine as the #1 contender for the light heavyweight title then held by Harold Johnson and hailed as the best Peruvian boxer of all time. His full name: Mauro Mina Baylon.

However, casual readers of “La Crónica” had no reason to be particularly interested. New talent was hardly any news in the Peruvian boxing scene of the 1940s and 1950s. At the time of Mina’s arrival, Lima still had plenty of boxing activity. Not only was Lima host to the best South American boxing had to offer, but a few years before some notable American fighters had been brought to Peru. Tommy Loughran stopped the Argentinean Vincent Parrile fresh off his loss to Primo Carnera in 1935. Joe Louis had stopped by in February of 1947 for an exhibition during his Latin American tour. In 1950 Lima’s Acho Arena had the privilege of staging Charley Burley’s farewell fight against Uruguayan Pilar Bastidas. Finally, while Mina was coming to Lima as a virtually unknown amateur, the capital city was host to Artie Towne, the great middleweight from New York (at a time when he was ranked among the best ten in the world in the 160 pounds) who was in town for his fights against local idol Antonio Frontado and Dominican journeyman Carlos (Charlie) Perez.

Competitive professional boxing in the capital city boosted local talent. Promoters, most importantly former fighter Max Aguirre, put on as many as forty shows during the so called boxing season each year and many faithful followers showed regularly every weekend to cheer on their favorite local pugilistas. The above-mentioned Antonio “Antuco” Frontado, a smooth middleweight who was famous for presenting his foreign rivals with thorough boxing lessons on his way to easy decision wins, was probably the most notable of these. Other names such as welterweight Jose “Bom Bom” Coronado, born in Chincha like Mina and tragically dead from cirrhosis at age thirty, heavyweight Vicente Quiroz (who fought gallantly for 6 rounds against Archie Moore in Uruguay) also drew large crowds to Lima’s bullring, known as Acho Arena.

Mauro Mina is the final product of this long and rich history of competitive boxing. Born on November 22nd, 1933 in a former slave plantation known as Hacienda Sarandango, located near the town of Chincha, some 150 miles south of Lima. By the time Mauro was born, Hacienda Sarandango was a farming community in the hands of Peruvian coastal landowners who employed the descendants of former slaves and whose subsistence depended on the operation of a local slaughterhouse. Like everyone else in this sun-drenched town of semi-feudal Peru, Mauro worked at the slaughterhouse as a young boy. Popular myth would later have it that it is there that Mina nourished his talent, not only using the carcasses as a handy substitute of a heavy bag, but also by regularly drinking full glasses of fresh blood from the slaughtered cattle.

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